En el complejo devenir de la sociedad actual, con todo lo que implica la tantas veces abrumadora realidad que afronta la población en Venezuela en sus distintos estratos sociales: Una grosera inflación, descenso en la calidad de vida en cuanto a un grueso de sus súbditos, entre otros aspectos. La sociedad, yace vulnerable al desánimo, desgano. Falta de motivación. Resignación. Escasa autoestima. El voraz sistema, impele a muchos (y ésto es una tendencia en redes sociales), colgar un selfie irradiando una sonrisa, con una frase muy recurrente en el ahora: «Un día a la vez». Por ende, en éste análisis, pertinente dar respuesta a una serie de interrogantes: Que sector de la sociedad está siendo considerado, digamos el más susceptible a deprimirse?. Qué factores inciden en ésta dramática circunstancia que afecta a tantas personas?. Tocante a género y edad, según las cifras, quiénes tienden a padecer ésta enfermedad mental?. Y en el caso de padres y representantes, como identificar un caso de verdadera depresión en los jóvenes?.
Me comunicaba en días recientes con una muy buena amiga, a través de WhatsApp. Ella es migrante, hiper talentosa. Alzó vuelo hacia España en 2006. La bella Tenerife, una de las 7 ensoñadoras islas ibéricas, ubicada en la Provincia de Santa Cruz, es su lugar de habitación. A propósito de mi primera entrega la semana pasada de ésta columna de analisis para éste portal, emitió una serie de comentarios muy certeros. Y sobretodo, desde la óptica de una de tantas personas que han dejado su tierra natal, a lo largo de décadas, amén de la debacle económica que ha afectado al pais, resulta idóneo. De hecho, en sus expresiones, denota el sentimiento intrínseco que de alguna forma embarga a gran parte de los que conforman, ése fenómeno social, la diaspora dispersada en distintos espacios del globo terráqueo.
Extraigo parte de sus aseveraciones al respecto. Ella comenta en el contexto del tema de la migración y la depresión en jóvenes: «Varias generaciones que han nacido en éste caos, debido a ésa sensación que tienen ellos, que nada mejora. Tanto la primera generación. Que todo estaba caótico. Están como ‘tirando la toalla’. Piensan que ya no volverán las cosas. Que ya nunca verán ésas cosas que sus abuelos o las generaciones anteriores les han contado. Entonces, a veces pareciera que es como una rabia que descargan contra todo o contra todos. Contra el que se va, porque piensa que está millonario, que tiene mucho dinero y exigen que les den porque necesitan y piensan que tiene el dinero de sobra. Con el vecino, porque si tú no barres yo tampoco. No hay esa familiaridad que había antes entre los vecinos. El suicidio ha aumentado, pero a la vez tienen miedo de no sobrellevar cada día. Entonces, la lucha es el día a día… Cuando te enfermas, que ya no tienes salida. Piensas tú que no la tienes, es cuando vienen esos pensamientos y la depresión es muy mala. En el sentido, que puedes tenerla y no lo sabes y te digo, aquí en Europa. En España hay mucha gente con depresión. Y fíjate, que creen que es un país de primer mundo y no es tan primer mundo. Hay muchos suicidios. Aquí muchos extranjeros que se han venido para acá, también la sufren por el desarraigo. Porque el saber que mientras más los años pasan, tu ganas para el día a día. Solo ganas para el mes. Y a fin de mes, estás viendo como haces para ‘estirar’?. Como haces para que te alcance?. Y luego ves que tu regreso al país es imposible, según el país que sea. Y nacen tus hijos o nietos aquí en el país hacia donde migraste. Y piensas que bueno… No se querrán ir. Es increíble. Ahí es cuando la gente, cae en depresión y muchos buscan la excusa perfecta para pensar en el suicidio».
Realmente, en la espontaneidad y claridad de su planteamiento, percibí acierto. «Conexión» con el sentir de tantos que se encaran ante tales circunstancias. A éste respecto, y para asignar una respuesta a cada una de las interrogantes del párrafo inicial, las estadísticas están poniendo de relieve que casos de depresión, suelen ser más frecuentes en adolescentes y jóvenes adultos. Justamente, las consultas de salud mental, y es importante saber diferenciar lo que significa padecer tristeza y estar deprimido. La depresión es ciertamente un trastorno. Está catalogada como una enfermedad mental. Se evidencia en el hecho que suscita aislamiento, disminución en cuanto al interés de actividades que generalmente causan agrado. Explican los expertos en cuanto a tal conducta, que puede inducir a mucho o pocos deseos de dormir. Quién es objeto de esta afección, de cierto modo se «estanca», en el sentido de su manera de conducirse. Sus planes. Se torna pasivo. En muchos casos, el origen puede ser genético e influye la formación, el entorno, el ambiente en el que se desenvuelve la persona. Son detalles…
Los informes recientes de ésta realidad ineludible presente en la sociedad venezolana, apuntan a qué entre 15 y 25 años y 30 y 50 años de edad están acudiendo a consultas para tratar ésta patología emocional. Como dato curioso: están en igualdad de porcentaje, en cuanto a género. Algo que, antes era diferenciado por el hecho que solía ser un número mayor de personas con severa depresión, en el caso del sexo femenino. Y es de suponer, dado el hecho que las circunstancias en muchos casos adversas que signan la actual sociedad, afectan un elevado porcentaje de la población. Concretamente, personas de la tercera edad. Es de suponer. Cuando se dice que ya casi 8.000.000 de venezolanos han migrado. Quedando tantas de éstas personas mayores solitarias. Subsistiendo en condiciones nada idóneas a juzgar por su estatus de vida. Su precario poder adquisitivo. Y la expectativa de vida de los años por venir para concluir un ciclo de vida más digno y meritorio.
Así pues, estemos vigilantes del comportamiento, la aptitud de nuestros hijos y familiares jóvenes. Adultos mayores. Las circunstancias varían. Tambien la condición y requerimientos físicos y emocionales de cada persona en virtud de una serie de factores de una y otra índole. Pero, el panorama es el mismo. Y es, la sociedad sumida en una severa crisis que atañe a lo económico. La perjuiciosa carencia de principios y valores. Una cruenta «descomposición social», que afecta diversos elementos de la sociedad de nuestro tiempo. Un clamor: Protejamos los derechos de niñas, niños y adolescentes.
Alberto Hidalgo.