No es ninguna novedad decir que “nada se ha arreglado” al referirse a la situación económica del país, nadie se comió el cuento que Venezuela ha mejorado; tampoco es sorprendente cuando revelamos datos sobre la corrupción en Venezuela, por parte de quienes gobiernan. Es lo cotidiano; y al parecer, nos quieren acostumbrar a que, lo normal es excepcional. Todo un juego maniqueista que gira en torno a la ignorancia y el paterrolismo’ criollo. Lo que si puede llamar la atención de la nueva generación, y en cierto modo, a gran parte de los más avezados en el campo de la política, como algo novedoso, es la candidatura presidencial para el 2024.
Desde las afrancesadas paredes y columnas, con sus grandes ventanales; desde el palacio de Miraflores no se vislumbra sorpresa alguna. De todos es sabido que el nombre, aunque agotado, está escogido; faltaría nada más ver como el pueblo recibirá la trillada noticia. Pero, cuando volteamos la mirada para la acera de enfrente, en la oposición, a estas alturas del rancio camino andado; aunque parezca mentira, muchos piensan y creen que la candidatura para representar a más del 70% de la población electoral, está dentro de las paredes de los partidos políticos. Es como si no leyeran o tampoco creyeran en los estudios de opinión que, con frecuencia nos dicen, que la aceptación de las organizaciones políticas tradicionales no alcanza, aun, el 1%. Mientras que el odiado y mal comprendido rechazo a los mismos colores y banderas, ronda el 80%.
Tal vez sea cuestión de tiempo, o quizás de suerte, para que esto cambie. Pero, en los primeros escarceos que hemos visto, cuando muere el 2022; lo que se percibe es una diatriba por ocupar el primer lugar, no importa cómo; mientras tanto, desde aquellos ventanales, están apostando a la economía del voto, con candidatura única, un solo mensaje y un solo color. Estrategia política que siempre ha recogido buenos frutos.
A juicio de quien escribe, con el debido respeto a otras opiniones; y más aún al lector. No es descabellado pensar que, no es desde las paredes de los partidos políticos tradicionales donde va a salir la candidatura de la oposición para este proceso del 2024. Tiene peso la inclinación a una postura extra muro, con la fortaleza de la sociedad civil organizada y el apoyo complementario de las organizaciones políticas, quienes tendrán que aprender a pasar agachados, lidiar y resolver los conflictos internos, para futuras oportunidades; aunque sean factores determinantes para la organización electoral.
No obstante, y esto es lo complejo de la política, se oyen voces que, aunque tienen bien definidas sus posturas ideológicas, incluso pueden tomarse como ejemplo de formación política; no llevan las banderas de su partido por delante; son cuidadosos en el discurso que los pueda identificar con la tolda a la cual siempre han pertenecido; al extremo de mostrase como heteropolíticos, cuando se ven adosados a otras banderas, distintas a la suya. Y por ello dan la impresión que han comenzado a tener aceptación en la opinión pública; llevan ventaja en comparación con aquellos que se han refugiado en sus coloridas paredes. Lo cual no es malo, sólo basta preservar este potencial hasta el final.
Por otra parte, la candidatura extra muro ofrece una condición muy preciada, desestimada desde el inolvidable triunfo del 2015, cual es la UNIDAD. Se oye a gritos en la calle. De allí que es poco comprensible que, quienes supuestamente mejor piensan en el país no entren en sintonía con quienes no tenemos ese privilegio de pensar bien, para alcanzar la unidad, que, por más que la buscamos, nos ha sido difícil conseguir.
//Rafael González
Rafagon_rg@hotmail.com
Septiembre 2022