Finalmente él bebe fue intervenido quirúrgicamente, todo evoluciono bien crecía sano y fuerte, sin embargo, la historia no mejoraba mucho, siempre entre discusiones amenazas y críticas, aun cuando se compartían las responsabilidades económicas y en ocasiones podían disfrutar un viaje, un paseo una comida en la calle o un compartir entre familiares y amigos (cumpleaños entre otras celebraciones).
Llego el momento que la relación entre padrastro y la hija mayor de ella se hizo insostenible, hasta que finalmente el la agredió físicamente, delante de su hermanito de escasamente seis años, (quien se puso a llorar, por no querer hacer la tarea siendo el detonante del problema), la chica no se dejó también se defendió fue una discusión muy violenta y acalorada, su mamá estaba trabajando, tuvo que salir corriendo y enfrentarse con toda aquella escena dantesca. La chica lloraba y la culpaba a ella por todo eso. Por otra parte, él le juraba que había caído en el juego de la chica, quien apenas estaba saliendo de la adolescencia (19 años), con un hombre de 50 años de edad.
Mientras la madre podía terminar la relación con su pareja, le pido a su hija que se fuera a donde los abuelos, ya que esta sabia no iba a ser una separación fácil, llegando la pandemia y todo se paralizo. Siendo después de casi diez meses que pudo terminar con esa relación, pero igual de una forma violenta pero esta vez hacia ella. Él asedió salir de la casa y entregarle la llave, pero después quiso regresar y pedir perdón como siempre. Pero esta vez se encontró con una mujer, fuerte, consiente y decidida a no perdonar.
Transcurrido casi dos años de todo este suceso, la hija ya de 22 años se encuentra un novio que aparentaba ser amoroso, amable, atento y complaciente. Pero en dos meses, saco su lado más oscuro y quería controlar a la chica, le prohibía que continuara tratando a sus amistades de años, la celaba constantemente, se atrevió a revisarle sus redes sociales en el celular, quería ocupar todo su tiempo e individualidad. Pero ella no se dejó invadir, controlar ni manipular, pidiendo tiempo para pensar, a lo que el chico no respeto, y la muchacha muy maduramente le puso punto final a la relación y “No permitió que la historia se repitiera”. Es una reflexión, mujeres no debemos repetir patrones, ni guardar lealtad familiar con este tipo de situaciones, debemos cerrar ciclos y romper con esos karmas familiares. Espero que les sirva de ejemplo esta historia, que aunque se basó en un fuerte amor daño muchas vidas que ahora están en terapias.
Shiraina Acero Valera.
T.S.U.Trabajo Social