Seguramente has oído la frase “los diez mandamientos”. El solo título sugiere un mínimo de normas que cumplir. Constituyen la base legal y moral del conjunto de reglamentos, preceptos, estatutos y ordenanzas que se leen en la Palabra de Dios, la Biblia. Éstos debían ser obedecidos por el pueblo de Israel como nación bajo el gobierno de Dios. Sus principios y aplicaciones siguen vigentes para todos aquellos que anhelen formar parte de Su reino, más que como súbditos, como hijos adoptados por Dios. A manera introductoria desarrollaré dos grandes aspectos de la totalidad de los mandamientos y en las siguientes diez semanas, abordaré un poco más detallado cada uno de ellos.
El antecedente histórico se encuentra en el libro de Éxodo hasta el capítulo 20:1-17. La narración de eventos detalla cómo Dios libertó a Israel del yugo egipcio, llevándolos por el desierto para formar una nueva nación, con un territorio por conquistar. Al llegar al monte Sinaí Dios les da sus primeras órdenes a Moisés, el líder escogido por Él para que las enseñase al pueblo: Las escribió con Su propio dedo sobre dos tablas de piedra:
Y habló Dios todas estas palabras, diciendo: Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos. No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano. Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó. Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da. No matarás. No cometerás adulterio. No hurtarás. No hablarás contra tu prójimo falso testimonio. No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo. (Éxodo 20:1-17)
En el Nuevo Testamento no se repiten en su totalidad la estructura exacta de la ley de Dios, sin embargo, sabemos que los 10 mandamientos son 10 porque en tres ocasiones se lee la expresión “los diez mandamientos”, en Éxodo 34:28; Deuteronomio 4:13 y 10:4. Este número 10 tiene dos implicaciones espirituales importantes para nosotros:
1. La plenitud y la perfección: Tres ejemplos referidos con el número diez 10 respaldan esta idea: Diez plagas completaron el juicio de Dios sobre la nación de Egipto, Noé fue el décimo después de Adán, con su generación terminó la era antes del diluvio y la parábola de las vírgenes son 10 las que representan la totalidad de la iglesia a lo largo de todos los siglos. Siendo diez los mandamientos se evidencia el interés de Dios para la vida humana: su ley divina sirve de guía para toda la humanidad. Estos enfatizan la lealtad y reverencia a Dios, así como la responsabilidad del hombre hacia su prójimo, empezando en el seno del hogar: con los padres, los hijos y los esposos para preservar la santidad y la dignidad de la familia.
2. El Orden Lógico: los cuatro primeros se refieren a Dios: único, invisible, justo y el día de reposo creado por él y para él quien merece respeto y amor integral, incondicional tal como lo citó el Señor Jesucristo en Mateo 22:36-40. Los últimos 6 mandamientos nos hablan del amor al prójimo dando prioridad al padre y a la madre. El sexto se centra en la preservación de la vida. El séptimo nos orienta hacia la familia. El octavo resalta el respeto a la propiedad privada, no robando. El noveno tiene que ver con la verdad y solo la verdad y el 10 prohíbe los malos deseos.
Aunque parezca difícil es posible obedecer a Dios como Él merece. La mejor motivación de obediencia es el amor. Para aprender a amarlo debes conocerlo, acercarte a Él con fe por medio de Jesucristo. Puedes iniciar tus encuentros a través de la lectura y meditación de Su Palabra hablando con él pidiendo Su dirección. Te sugiero iniciar con el evangelio según Juan que contiene historias de personas con necesidades similares a las nuestras que encontraron Paz al creer a Jesucristo.
Dios te bendiga
Lic. Jafelli Cabaña de Galindo.