Según el DSM V establece que la Cleptomanía es un trastorno de la conducta en el cual una persona no puede resistirse ante el impulso de robar objetos que no son necesarios para uso personal ni por su valor monetario. El objeto que se roba no se usa con fines personales ni tiene interés lucrativo. Las personas con este trastorno pueden realizar el robo y luego regalar o esconder lo robado, porque el objetivo es el robo, no la posesión de lo robado.
El cleptómano presenta un aumento de la sensación de tensión que genera adrenalina inmediatamente antes de cometer el robo. Este trastorno se destaca por generar hormonas de Placer como la dopamina en el momento de cometerlo. Es importante señalar que el cleptómano no comete el robo para expresar rabia ni venganza, solo lo hace de forma impulsiva por placer. La cleptomanía se distingue de robar porque los ladrones planean robar objetos y generalmente roban por ambición o porque no cuentan con el dinero para adquirir lo robado. El cleptómano roba por impulso.
El cleptómano actúa por impulso, es decir que robar para él es un acto irresistible, que se hace sin reflexión, sin pensar en las consecuencias, sin planificación, sin finalidad, y dirección, solo se desarrolla como un acto de descarga. Los pacientes refieren que experimentan un impulso por robar que les genera emoción. Algunos estudios demuestran que los pacientes con este trastorno son en un 75% mujeres. Por otra parte la cleptomanía no es un trastorno común. Algunas personas nunca llegan a ser diagnosticados ni tratadas psicológicamente. Muchas terminan privadas de libertad después de varios robos.
Si tienes una necesidad irresistible de robar, no sientas miedo ni vergüenza, solicita una evaluación psicológica para descartar un posible trastorno de cleptomanía y recibir la adecuada intervención. Existe diferentes tipos de intervenciones psicológicas para tratar esta trastorno entre ellos la terapia cognitivo conductual que ayuda a identificar creencias y comportamientos pocos saludables para reemplazarlos por conductas sanas o positivas.
Por: Lic. en Psicología
Lisette García
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