Crónicas de mi ciudad: Isaac Díaz y el periódico de cada día

Era apenas un niño cuando conocí a Isaac Díaz. Mi papá me permitía caminar solo desde Radio Valles del Tuy para buscar el periódico que serviría de materia prima al noticiero. Para mí era una misión importante. Caminaba desde los altos del Teatro Cine, cruzaba la calle, pasaba frente a la panadería, seguía hasta la librería Canaima… y justo al lado estaba el pequeño kiosco de los periódicos.

Muy cerca también estaba el kiosco de discos del popular Tanguito. Pero mi destino era claro: allí me esperaba Isaac.

Isaac era un muchacho amable, conversador, siempre con una sonrisa lista. Él era quien me entregaba los periódicos que mi papá necesitaba: El Nacional, El Universal, Últimas Noticias, 2001, los dominicales. Con esos diarios se armaba el noticiero Prensa al Día, que leían mi padre, Eleazar Ramón Bermúdez, y voces que hoy forman parte de la historia de la radio del pueblo: Julio César Marcano, entonces muy joven; José Martínez Leal, César Leal Aguilera, Dionisio Vandes, quien cerraba siempre su noticiero deportivo con aquella consigna inolvidable: “San Basilio necesita un estadio”.

Pero mi amistad con Isaac nació por otra razón.

Fue él quien me presentó el mundo de las historietas. Allí estaban Calimán, Supermán, El Hombre Araña… universos que hoy llenan salas de cine. Pero a mí, el que me atrapó fue Condorito. Y así, sin darme cuenta, me convertí en un cliente fiel desde muy temprana edad.

Los años pasaron.

Como el propio Isaac cuenta en un video que hoy circula por las redes, de la mano generosa de Don Demetrio Abreu, logró “alargarse los pantalones” y abrir Novedades Isaac, en la esquina siguiente de la Plaza Bolívar, a pocos metros de la librería Canaima. Ese gesto decía mucho del gran corazón de su padrino comercial, pero también de la confianza que Isaac inspiraba.

En Novedades Isaac, él nos demostró a todos quién era realmente: Un hombre bueno, Amigo de sus amigos, Generoso, Educado, Siempre con trato amable.

Nunca lo escuché levantar la voz ni decir una mala palabra. Cuando las cosas se ponían serias o delicadas, Isaac respondía con serenidad, con una inteligencia sencilla, buscando siempre la paz, la buena relación, la convivencia.

Y la vida dio otra vuelta.

Yo pasé de ser el niño que buscaba periódicos a ser quien leía el noticiero… y luego, el dueño de una radio FM. ¿Y saben qué? Durante todos esos años, Isaac seguía allí, encargado de hacerme llegar los diarios. A mí me gustaba ir personalmente cuando podía: El Universal, El Nacional, Últimas Noticias, 2001, La Voz. Incluso compartimos una relación comercial, de crédito y publicidad. Y aun así, todo era fácil, cordial, humano.

Una maravilla.

Hoy puedo decir, sin exagerar, que tuve la fortuna de conocerlo, tratarlo y ser parte de esa historia tan nuestra de Ocumare del Tuy. Fue un privilegio.

Y por eso, al conocerse la dolorosa noticia de su muerte, no duele solo una familia: duele un pueblo entero. Miles de ocumareños sienten lo mismo, porque Isaac Díaz forma parte del gentilicio, de los recuerdos, de la vida cotidiana de nuestro pueblo.

A su inseparable esposa, a su familia, a su equipo de trabajo, vaya un abrazo sentido en la distancia, desde Chicago hasta Ocumare del Tuy.

Ojalá estas historias no se pierdan. Porque hombres como Isaac —y como tantos otros— no solo vendieron periódicos: ayudaron a escribir la historia de un pueblo

Por: Eliú Ramos Ortega

 

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