El barro no detiene la esperanza: comunidades rurales de Tomás Lander piden ser escuchadas tras quedar incomunicados por las lluvias
Ocumare del Tuy, junio de 2025. Mientras la lluvia se convierte en aliada del campo, también ha dejado huellas profundas en los caminos que alimentan la vida agrícola del municipio Tomás Lander. La ruta de La Caballeriza, arteria vital para diversos asentamientos campesinos, permanece bloqueada por sedimentos, arrastrando con ella la rutina de comunidades como Las Palomas, Caícita, Ocumarito del Páramo y La Luz del Mundo.
Lejos de los reflectores y del asfalto limpio, en estos pueblos la palabra «incomunicados» no es una metáfora. Las cosechas, listas para salir al mercado, se acumulan sin destino mientras los pobladores abren trillos improvisados, solo transitables en motos. “Abrimos un espacio para subir y bajar en motos, porque en carro es imposible”, relata uno de los vecinos, entre la resignación y la urgencia.
Pero la preocupación va más allá del comercio agrícola: una emergencia médica en estos momentos pondría en jaque la vida de cualquier habitante, sin ambulancias que puedan acceder por la vía obstruida.
Las intensas lluvias que azotaron el municipio Tomás Lander en días recientes no solo han dejado aisladas a varias comunidades rurales, sino que también provocaron una serie de afectaciones en zonas urbanas y periféricas. Entre los daños reportados se encuentran la caída de árboles y ramas de gran tamaño que obstruyeron calles y avenidas, así como el colapso de tramos del tendido eléctrico que interrumpieron el suministro de energía en varios sectores. Estas condiciones han complicado aún más la movilidad, incrementando los riesgos para peatones y vehículos, y evidencian la necesidad urgente de un plan integral de atención ante emergencias climáticas.
De acuerdo a lo reseñado por Últimas Noticias, la Alcaldía, a través de su Brigada de Soluciones y Servicios Públicos, ha desplegado jornadas de limpieza y saneamiento en distintos sectores urbanos de Ocumare del Tuy y Santa Bárbara. Trabajos que incluyen despeje de árboles, limpieza de drenajes y cauces, y remoción de escombros para mitigar futuros desbordes.
Aunque estas acciones traen alivio en zonas pobladas como 23 de Enero, Aragüita o Las Dos Rosas, las comunidades agrícolas aún esperan su turno. Solo cuando culminen los trabajos en el área urbana, las cuadrillas se dirigirán hacia las maltrechas carreteras del campo.
Mientras tanto, los habitantes rurales siguen aferrándose al ingenio colectivo y al espíritu de comunidad, esperando que la maquinaria estatal no tarde en llegar para no seguir incomunicados.
Con información de ÚN