OCTAVO MANDAMIENTO: No hurtarás

En el Decálogo o los Diez mandamientos, Dios establece a todo Su pueblo: Israel y quienes le creemos por la fe en Jesucristo, leyes para relacionarnos con Él y con nuestros semejantes. Ordena la forma de acercarnos a Él: como el ÚNICO digno de adoración, sin imágenes por ser ESPÍRITU, con respeto porque es HONORABLE y dedicándole en Su DÍA culto verdadero y servicio a otros. Luego, prescribe el resto de Sus estatutos acerca del buen trato a cultivar con las demás personas iniciando con la honra debida a los padres, siendo ellos modelos vivos de respeto y sana convivencia. Ante las desavenencias Dios ordena no tomar venganza ni poner fin a la vida de ninguna persona, a mantener la fidelidad matrimonial y a respetar el derecho a la propiedad privada. La orden es:

No hurtarás

(Éxodo 20:15)

El hurto, el robo y la estafa tiene un mismo origen, la codicia. Los malhechores que cometen estos actos delictivos pretenden apropiarse del patrimonio de otros. La distinción entre esos pecados consiste en la manera que utiliza el transgresor para adueñarse de dichos bienes. El uso de la violencia o la intimidación es considerado robo. Cuando no aplica fuerza o coacción es definido como hurto, y al haber abuso de la confianza usando mentiras y engaños es tipificado como estafa. Dios condena cualquier forma de maldad entre las personas y estas no escapan del justo juicio divino. Con base a toda la enseñanza bíblica relacionada a este mandamiento destacaremos cuatro (4) razones para tal orden:

1. El respeto por la propiedad privada

Dios es el Creador y Dueño de toda la creación. Al formar al primer hombre le ordenó cuidar la tierra y administrar sus recursos. Esta responsabilidad la heredamos desde entonces. A la par de ese cuidado, también le dio el derecho a poseer diversos tipos de propiedades: tierras, casas, ganados, riquezas, habilidades, entre otros (ver Levítico 29:23; Deuteronomio 8:17-18). Con este sentido de “dominio” le invita a valorar y a hacer buen uso de los medios otorgados en el provecho individual y social. Este privilegio también nos es cedido, resta que cada uno disfrute tal concesión, asuma su responsabilidad, respete la propiedad ajena y considere el derecho de otros.

2. El trabajo es ordenado por Dios

En una parte del cuarto mandamiento del Decálogo se lee la orden directa de Dios acerca del trabajo: “…Seis días trabajarás, y harás toda tu obra…”. Insta a que cada uno debe trabajar honesta y diligentemente para ganar su sustento para la vida. El obtener bienes materiales sin estas cualidades (honestidad y diligencia) añade otro pecado a la lista como lo es la pereza. Con frecuencia la pobreza económica es el producto de la pereza que contribuye al facilismo y conduce al hurto. Dentro de las muchas maneras de “robar” con pereza están los descansos indebidos en horas de trabajo, el despilfarro de los bienes en los puestos de empleo o laborar como “tortuga”, sin dar valor a la ocupación que provee la manutención.

3. La avaricia es un tipo de idolatría

Cuando alguien dirige toda su energía y pensamientos para obtener bienes materiales eso se convierte en su dios, su ídolo. El apóstol Pablo escribió: “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros … malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia,” (Colosenses 3:5c). El deseo, ansia o afán desordenado de poseer y adquirir riquezas es precedida por los malos deseos. El avaro “justifica” cualquier medio para adquirir lo que desea, así que el robar, hurtar o estafar los bienes de otros le resulta más fácil y rápido para obtenerlos. Como es de suponer tendrá su justa sentencia por desobedecer la orden divina de “no hurtarás”, Su ira.

4. La injusticia es condenada por Dios

Hay varias formas de robo o hurto, incluso la Biblia nos menciona algunas de ellas.

· Habacuc 2:9 “– ¡Ay del que obtiene ganancias ilícitas para su casa, por poner en alto su nido, por escaparse del poder del mal!” Estas “ganancias” puede abarcar:

a) Tomar lo ajeno, y no devolverlo, puede ser dinero o artículos

b) Piratería, es robar los derechos de autor

c) Adulterio, roba a su semejante su pareja.

· Prov. 22:22-23 “No robes al pobre, porque es pobre, Ni quebrantes en la puerta al afligido; Porque Jehová juzgará la causa de ellos, Y despojará el alma de aquellos que los despojaren.” Esto sugiere aprovecharse de circunstancias específicas para sacar ganancia.

· Levíticos 19:13: “No oprimirás a tu prójimo, ni le robarás. No retendrás el salario del jornalero en tu casa hasta la mañana”. Sustraer o retener el pago de un trabajador es otra forma de robar.

Hay muchas maneras de pecar con este mandamiento, ya que el hurto puede:

a) Ser material, monetario, inmueble o laboral;

b) Cometerse contra los “ingenuos”, incluso a Dios cuando se “sustrae” las ofrendas o se le rebaja a un ídolo.

c) Afectar el pensamiento, la libertad, el corazón, la paz o el amor.

d) Violentar el honor a una persona, la dignidad, la tranquilidad o incluso hasta la fe.

A más de esto queda reflexionar hasta qué punto estamos siendo honestos o “hurtamos” tomando lo ajeno como propio. Por esto te invito a:

1) Arrepentirte ante Dios con sinceridad. Él está dispuesto a ayudarte. Acércate a Él y se acercará a ti. Reconoce todos tus pecados incluyendo el robo, hurto y tu necesidad de Él. El arrepentimiento genuino hacia Dios traerá paz y un nuevo comienzo.

2) Cree y recibe a Jesucristo como tu Señor y Salvador para que te rescate de la condenación eterna.

3) Lee la Biblia diariamente. Te sugiero un capítulo del evangelio según Lucas. Subrayar los personajes que aparecen, destacar sus necesidades, parecidas a las nuestras y analizar cómo Dios les ayudó.

4) Y congregarte en una iglesia cristiana de sana doctrina para que crezcas en tu comunión con Dios junto a tu familia.

Dios te bendiga.

Lic. Jafelli Cabaña de Galindo.

@seleccionesbiblicas6845 

Mandamiento - la voz del tuy

Comparte en:
Hola ¿Quieres recibir las noticias a diario?