Patricia, una mujer de 50 años, quien llegó la noche del 28 de enero a Ecuador, relata el maltrato que recibió junto a sus connacionales cuando fue deportada desde los Estados Unidos, tras una medida firmada por el presidente de esa nación, Donald Trump.
El vuelo militar en el que Patricia y otros 79 ecuatoriano fueron deportados, partió desde Harlingen Valley, en Texas y arribó al aeropuerto internacional José Joaquín de Olmedo, de Guayaquil, retornados de manera forzosa por encontrarse en situación migratoria irregular en territorio estadounidense.
Entre ellos se encuentra Patricia, una mujer originaria de Cuenca, quien relató las duras condiciones que enfrentó durante su deportación y las razones que la llevaron a emigrar de Ecuador.
Patricia, trabajaba en el área financiera -después de que ya no encontraba empleo en su país natal debido a su edad-, denunció que fue tratada «como una criminal» durante el proceso de deportación.
«Nos deportaron encadenadas, sin permitirnos hacer una llamada para avisar a nuestras familias. Nos dieron comida fría, pero ¿cómo íbamos a comer con las manos y pies atados? Fuimos tratadas peor que animales», afirmó con indignación.
Además contó, que pasó dos semanas durmiendo en carpas en un campamento de indocumentados en Texas, a ella la capturaron al pasar la frontera de México. Desde el lunes 27 de enero los ubicaron en un «cuarto insalubre», previo al traslado.
Y desde las 7:00 am de este martes los encadenaron de manos, cintura y pies. Es decir, pasaron más de 13 horas encadenados, pues el avión militar que los trasladó a Guayaquil llegó pasadas las 8:30 pm, hora local.
«Tenías que ir al baño caminando como un monstruo», dijo. Las cadenas de los pies les retiraron una hora antes de llegar a Guayaquil, en el avión. Mientras que las cadenas de las manos fueron retiradas cuando el avión se detuvo, dijo.
La mujer aseguró que decidió emigrar a Estados Unidos debido a la falta de oportunidades laborales en Ecuador, especialmente para personas mayores de 50 años. «Me fui porque aquí no hay trabajo ni seguridad. Invertí 10.000 dólares americanos en el viaje, arriesgando mi vida durante 12 días a través de Centroamérica y México, enfrentando desiertos, pumas y serpientes. Pero al final, todo fue en vano», relató.
Patricia también enfiló contra el Gobierno de Noboa. «¿Dónde está el trabajo? ¿Dónde está la seguridad? Dice que estamos bien, pero la realidad es que no hay oportunidades para personas como yo», expresó.
Según su testimonio, las condiciones durante el viaje fueron inhumanas: «Estuvimos encadenadas desde las 7 de la mañana, incluso para ir al baño. No nos permitieron hablar ni defendernos. ¿Dónde están los derechos humanos?», cuestionó.
[Con información de Primicias]